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Carta de un mediador de personas sordociegas

“El trabajo más bonito que hay”, por Javier Gutiérrez Sánchez

¿Qué hace un ingeniero  agrónomo como mediador de  personas sordociegas?

He tenido que contestar tantas veces a esta pregunta, que la respuesta me sale de carrerilla. Nunca  pensé que aquel comentario que me realizó mi hermano, prácticamente  en broma, cambiaría mi vida profesional. Me dijo que necesitaban una persona para hacer apoyos en el colegio de la ONCE en Madrid para trabajar con niños sordociegos los fines de semana. Yo hasta entonces sólo le había oído hablar de personas sordociegas, pero no me podía hacer una idea de todo lo que rodea a este mundo.

Desde entonces  fui compatibilizando mis estudios de Ingeniero Agrónomo con estos apoyos de fin de semana. Luego, alguna sustitución por la baja de algún compañero y así durante varios años. Esto me permitió ir formándome, conocer las necesidades de las personas sordociegas, cómo trabajar dentro del aula, cómo mejorar todas las habilidades de la vida diaria... toda una experiencia que ahora, como coordinador técnico de la Fundación ONCE para la Atención a Personas con Sordoceguera (FOAPS), me gustaría que tuvieran los mediadores que empiezan.

En ese tiempo compaginaba mis estudios con estas colaboraciones hasta que surgió la oportunidad de trabajar como mediador de personas sordociegas para Asocide. Una oportunidad para aplicar todo lo que había aprendido pero ahora en otro centro (Pilar Gómez me acabó convenciendo y se lo agradezco).

El trabajo como mediador surgió porque terminaban su etapa educativa en el Colegio de la ONCE cinco niños sordociegos que continuaban su formación en un centro en Ávila. Yo conocía a estos niños porque había trabajado con ellos, tanto en la residencia, como en las aulas. El reto era grande: salir de trabajar en una situación casi idílica en el centro a pasar a la realidad cotidiana de otro lugar. El inicio fue duro: pasamos de un trabajo con una ratio adecuada para poder trabajar con los chicos, con personal formado y donde todo el mundo que trabajaba con los niños conocía lengua de signos, a un centro donde estaba todo por hacer. Tuve que organizar por completo un aula para ellos con calendarios de anticipación, materiales, fichas, actividades, enseñar a todo el personal a comunicarse con los niños sordociegos, mostrarles los desplazamientos, trabajar con los profesores y cuidadores... El trabajo no tenía fin, incluso cuando terminaba la jornada laboral me encontraba frente a la tele recortando, pegando, montando; recogía todos los materiales que encontraba para poder aprovecharlos y adaptarlos, y hasta el maletero de mi coche pasó a ser un almacén.

Y sin embargo, esta etapa me ayudó mucho a desarrollar la creatividad a la hora de preparar materiales adaptados para trabajar con personas sordociegas, ya que hay muy pocas cosas adaptadas. Durante estos años, trabajé cuatro días en Ávila y uno en el centro de Madrid, para mantener la coordinación y seguir aprendiendo con mis compañeros, intercambiando experiencias. De ahí surgió la iniciativa de crear un grupo de ocio para luchar contra el aislamiento de las personas sordociegas, que se agrava aún más si tienen discapacidad intelectual.

El aula en el centro de Ávila comenzó a rodar con mucho esfuerzo. Poco a poco empecé a trabajar con otros usuarios, no sólo los chicos y abrimos nuestra colaboración y trabajo cotidiano a centros de educación especial, colegios, institutos, universidades, residencias, centros de día, centros ocupacionales, domicilios...  Pasaron varios años y los mediadores de Asocide pasamos a formar parte de FOAPS. Otros pocos años después me ofrecieron la oportunidad de asumir la coordinación técnica de FOAPS. Y aquí estoy, echando mucho de menos la intervención directa, pero ayudando en la medida de lo posible a los mediadores y a las personas sordociegas.

El trabajo como mediador no se aprende en la escuela de mediadores, porque no la hay. Nuestro trabajo se aprende con la experiencia, la formación constante, la puesta en común con el resto de mediadores, y algo que repito muchas veces: ofreciendo a la persona sordociega lo que nos gustaría que nos facilitaran a nosotros si fuésemos sordociegos.

Y aquí estoy, todavía contestando muchas veces ¿Qué hace un ingeniero agrónomo como coordinador técnico de FOAPS? Es fácil: trabajar con personas sordociegas es el trabajo más bonito que hay.

 

 

 

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El compromiso de la ONCE es hacer realidad las ilusiones de miles de personas con discapacidad y de sus familias. Y todo ello (educación, empleo, accesibilidad, nuevas tecnologías, ocio, deporte...) lo logramos gracias a la solidaridad de la sociedad española que, día a día, año tras año, confía en nosotros, acercándose a los vendedores de la Organización y al resto de establecimientos autorizados para la venta de nuestros productos, conocedores de nuestra labor, sabiendo que, si nos necesita, en la ONCE y su Fundación, estaremos a su lado.

Y todo ello lo hacemos con la garantía de ser la única marca en España con el sello de Juego Responsable, con las certificaciones nacionales e internacionales más severas, y que sólo la ONCE ha alcanzado en el ámbito del juego, un aval más de la integridad de nuestra gestión.

Para más información: www.once.es