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La ilusión del cupón de la ONCE, barrio a barrio

El sorteo extraordinario del Día del Padre quiso que el madrileño barrio de Moratalaz al Este de la capital recibiera una lluvia de 17,3 millones de euros y, muy especialmente, que un afortunado se llevara los 17 millones del premio más importante.

Miguel Breceño es uno de los muchos vendedores de la ONCE (de los casi 20.000 y todos con discapacidad), que cada día reparten suerte por las calles y plazas de los pueblos y ciudades españolas y, sobre todo, generan ilusión y comparten muchos ratos de charla y compañía con sus clientes, ya amigos. Desde Cádiz a Girona y de Finisterre a Almería, estos vendedores trasladan a los ciudadanos una porción de alegría que explota cada día con el sorteo y que llega a cotas insospechadas con el reparto de premios, como ocurrió el pasado viernes en Moratalaz.

Miguel recorre arriba y abajo cada día dos ruidosas calles con sus farmacias, panaderías, peluquerías y bares, muchos  bares; una lonja peatonal donde conviven terrazas de mediodía y bares de noctámbulos; y un mercado de esos de siempre, lleno de voces, olores y colorido, y que ahora se preocupa por la llegada de una gran área comercial que ocupará todo su primer piso. El viernes 20 de marzo todo el barrio se despertó revolucionado. Desde primera hora, las radios lanzaban la noticia de que, cerca del mercado, se buscaba a un vecino con 17 millones de euros. Es el ‘día de la felicidad en un barrio madrileño’, decía la locutora Mercedes Pascua desde ONDA CERO, a la que seguían otras emisoras y, muy pronto, las televisiones a la búsqueda de los premiados.

Miguel recuperó su rutina, pero no era un día más. Él era el protagonista y todo el mundo se acercaba para felicitarle. Unos, satisfechos; otros, lamentando haber estado tan cerca del premio.... sin ser los afortunados. ‘Hoy voy a repetir premio’, cantaba alegre, mientras quien más quien menos se llevaba algún cuponcito soñando seguir los pasos del premiado con 17 millones.

Los vecinos tomaban café con churros y porras; algún sol y sombra animaba a trabajadores de obras cercanas; primeras compras de la mañana y todo el mundo hablaba de ello. ‘Me ha llamado mi hijo desde Córdoba, para ver si me ha tocado’, decía un señor muy abrigado en plena calle, mientras el resto hacía cábalas sobre los ganadores. ‘Es la de la farmacia; no, la de la frutería; pues el señor Antonio, del mercado, creo que se quedó con dos cupones’, gritaban hilarantes las chicas de la peluquería. Una señora con los bigudíes y papel aluminio en la cabeza se levantaba apresurada a comprar cupones, ‘a ver si voy a ser la única...’.

Al entrar en el mercado, un aplauso cerrado recibía al vendedor, que se repetía al enfilar de nuevo un corredor, como si fuera un torero al superar uno a uno los tendidos, alzando su merecido trofeo, sus cupones y sus rascas. Un paseillo entre el jubiloso griterío de los pescaderos y excitados vítores de alguna frutera, ‘viva el cuponero’. Radios y teles rodeaban al protagonista mientras asomaban los vecinos: ‘¿esto dónde sale?’ preguntaba al técnico de sonido la señora con gabán, ‘a las dos en Telemadrid, señora, y luego también por la noche’. 

Pasadas las tres, Miguel se sentaba a comer en una mesa del bar Mijares, donde también suele repartir suerte y cuenta con buenos amigos. Era viernes de Semana Santa y tocaba potaje pascual.  Entonces, se le acercó un caballero mayor, bien vestido y acompañado, le dio la mano y le agradeció el cupón premiado que le había dado unos días atrás. ‘Dele algo al vendedor’, gritaba un parroquiano desde la barra al oír la conversación, ‘no se preocupe, en cuanto lo cobre’, contestaba aguantando el tipo el hombre, tranquilo y satisfecho.

En la sobremesa, no se hablaba de otra cosa: suerte, ilusión, amistad, compartir, viajar, prestar a los hijos, pagar hipotecas, ayudar a la familia, seguir trabajando, jubilación... todos soñaban el destino del premio millonario.  Fue un día grande en el barrio de Moratalaz de Madrid.

La historia de la ilusión de la ONCE se repite, igual que ocurre cada día cerca, muy cerca, de los 20.000 vendedores de la ONCE,  ‘los mejores vendedores de ilusión del mundo’.

Así lo contó ONDA CERO

 

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Acerca de la ONCE

El compromiso de la ONCE es hacer realidad las ilusiones de miles de personas con discapacidad y de sus familias. Y todo ello (educación, empleo, accesibilidad, nuevas tecnologías, ocio, deporte...) lo logramos gracias a la solidaridad de la sociedad española que, día a día, año tras año, confía en nosotros, acercándose a los vendedores de la Organización y al resto de establecimientos autorizados para la venta de nuestros productos, conocedores de nuestra labor, sabiendo que, si nos necesita, en la ONCE y su Fundación, estaremos a su lado.

Y todo ello lo hacemos con la garantía de ser la única marca en España con el sello de Juego Responsable, con las certificaciones nacionales e internacionales más severas, y que sólo la ONCE ha alcanzado en el ámbito del juego, un aval más de la integridad de nuestra gestión.

Para más información: www.once.es