Desde el nacimiento de la ONCE, que acaba de cumplir 81 años el día de Santa Lucía 13 de diciembre, existen varios conceptos que han circulado ligados a su labor al lado de la sociedad española, que se han convertido en las señas de identidad de esta marca con nombre de número. Conceptos que aparecen en la ciudadanía para conformar eso que ha dado en llamarse el imaginario colectivo y que giran en torno a una idea: la iniciativa de las personas ciegas y con otras discapacidades que, sintiéndose diferentes, quieren ser tratadas como iguales.
Inclusión, discapacidad, ilusión…iguales, son términos que se asocian a la ONCE, una Organización que nace del concepto más básico de sociedad civil (la iniciativa de ciudadanos que se organizan en busca del bien común) y que arranca con una idea innovadora y absolutamente revolucionaria: la inclusión real y la autonomía plena de las personas ciegas y con discapacidad en todos los ámbitos de la vida.
Hoy nos puede parecer algo normal –aun sin que se haya conseguido plenamente- pero hace casi un siglo supuso una revolución de las personas ciegas, que buscaron y encontraron en la unidad la solución para su realidad social pero, sobre todo, para su realidad humana de exclusión y abandono. Querían ser iguales.
Y lo hicieron desde la utopía que predicaba la inclusión para mirar a cada persona como lo que es, para dar a cada cual la oportunidad de desarrollarse sin tener en cuenta sus discapacidades y sí sus capacidades. No se trata de tratar a todos por igual, porque todos partimos con nuestras diferencias, pero sí aspirar a que todos seamos iguales en el acceso a derechos y oportunidades.
Iguales en la calle; iguales en el trabajo; iguales en el colegio; en el parque; en el deporte; en el ocio; en la familia…. Iguales en la vida o ante las instituciones, compartiendo siempre de ciudadano a ciudadano la realidad que nos toca vivir.
Iguales como concepto de inclusión en el que se trata de proporcionar a cada individuo todo lo que necesita para sentirse ciudadano de una sociedad que nos pertenece a todos. Iguales porque desde el respeto a la diferencia, reivindicamos que lo que realmente necesitamos es sentirnos iguales.
Y, qué curioso, quienes se arroparon con la necesidad de sentirse iguales, lanzaron en la calle un grito que pronto se hizo sentir, notar y hasta echar de menos en muchas esquinas, plazas, calles, bocacalles, pasadizos y lugares de paso en pueblos y ciudades : 'iguales, para hoy, iguales'...
“Iguales para hoy” dignificó a las personas ciegas para definir un grito de inclusión que hacía referencia a sus cupones, que se imprimían iguales, pero que escondía detrás algo mucho más grande: la realidad de sentirse iguales de quienes no lo habían sido nunca.
Necesitamos trabajar como iguales; estudiar como iguales; conversar como iguales; vivir como iguales y, desde esa perspectiva, dibujar sociedades mejores para hoy, para mañana, para el futuro.
Y no lo hacemos solos: somos partícipes de la economía social (junto a CEPES y otras iniciativas); del Tercer Sector; de las Organizaciones de Acción Social; y estamos completamente alineados con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas que, con total rotundidad, en su punto número 10, titulado “Reducción de las desigualdades”, apunta que, a pesar de que la protección social se ha extendido significativamente en todo el mundo, “las personas con discapacidad tienen hasta cinco veces más probabilidades de enfrentarse a gastos de salud calificados de catastróficos”. Han oído bien, catastróficos, es decir, todo lo más alejado posible de iguales.
Trabajamos para que la desigualdad que siempre ha perseguido –y persigue- a las personas con discapacidad en todo el mundo lo sea cada vez menos. Y por eso hemos gritado, gritamos y gritaremos iguales. Para hoy, para mañana … IGUALES. Los ciudadanos de cada rincón de España nos permiten hacerlo posible.
En la cotidianidad de una larga vida profesional sueles realizar tareas que se han convertido en actos repetitivos, a los que no das relevancia ni percibes que puedan tener ninguna repercusión. Y la tienen. Siempre hay un momento en que piensas en ello, y es posible que ese momento traiga aparejado un pequeño o gran impulso. Quiero decir que a veces algo nos hace pensar en aspectos más allá de la pura mecánica de la tarea. Es entonces cuando en la mente se abre una nueva ventana, y en ella aparcen ideas. ¡Y bueno!, ¿qué hacemos ahora?, ¿nos guardamos en un rinconcito de nuestro cerebro esa nueva perspectiva o la compartimos con los demás? Personalmente, no podía guardarme lo que valoré como un hallazgo. Y así empezó todo.
Esta es mi historia:
Como sabemos, en nuestra casa, la ONCE, contamos con una imprenta, en Madrid, donde se confeccionan todos los topes y paquetes para el vendedor con los cupones y otros productos envueltos en bosas de plástico. Desde la imprenta se reparten en el ámbito estatal a todos los centros y, por tanto, a todos los vendedores de nuestra Casa. En la agencia donde realizo mis labores, diariamente trato con estos topes. Los que no se entregan a los compañeros para la venta hay que anularlos y posteriormente se los lleva una empresa de reciclado de papel. Nosotros se los entregábamos así, con su envoltorio plástico, según normativa. A esta empresa no le importaba. Hasta ahora.
Así es, porque ahora solo quiere papel, sin plástico. Por tanto, actualmente debemos separar los envoltorios plásticos de los cupones que hemos anulado antes de entregárselos a la empresa de reciclaje. Y al hacerlo te percatas del volumen de bolsas de plástico que vas desechando y acumulando diariamente. Son muchas. A partir de ahí comencé a realizarme preguntas. En nuestro centro, aún pequeño como es, se genera gran cantidad de bolsas plásticas junto a otras 85 que todos los vendedores de la agencia tiran diariamente. Sin contar los envoltorios de otros productos.
¿Y si las multiplico por todos los centros ONCE? ¿Y por el total de la plantilla de agentes-vendedores que trabajan en nuestra Casa? Serán miles y miles de bolsas diarias tiradas, muchas veces sin cuidado, y por tanto contribuyendo al deterioro de nuestro medio ambiente. ¿Y al año? ¡Ufff, millones de bolsas de plástico que no se van a utilizar y que se han tirado "dios sabe dónde"!
En este puento quiero decir que los medios de comunicación nos han ido ilustrando con información, imágenes, titulares y otros formatos sobre la gravedad del uso indebido de las bolsas de plásticos. Así, llegó un momento en el que se unieron mi experiencia personal y todo lo que me transmiten los medios. Pensé que algo no estábamos haciendo bien. Y como creía que no hacía mal a nuestra entidad, sino un bien a todos, quíse aportar mi voz y un toque de atención.
Participar en ONCE Innova
Entonces surgió el concurso de ideas de ONCE Innova, ahora con formato abierto ONCE Innova Emprendedores y me propuse participar. Una de mis propuestas tenía que ir encaminada al asunto de los plásticos. Me ilusionó mucho que desde Dirección General de la ONCE nos diesen la oportunidad de aportar, de entregar a nuestra casa ideas innovadoras y en busca de mejora para todos, que nuestra mente nos entrega de forma gratuita. Y así, yo ofrecí la mía: me pareció más responsable que los topes de cupones se envuelvan en bolsas de papel y en ellas, impresos, los datos de ese tope. Los libros de loterías de formato instantáneo (los rascas de la ONCE, por ejemplo) podrían estar envueltos también en una bolsa de papel con una pequeña ventana para la lectura de su código de barras y algún anagrama descriptivo del producto. En cuanto a los rollos de papel para los TPV, no es necesario que estén envueltos en bolsas de plástico. Si bien todos estos contenidos deben estar protegidos por un buen continente ya que la climatología, el manejo que hacemos con el material, el transporte, etc. no deben deteriorarlos, por lo que, finalmente, el actual paquete vendedor deberá ser sustituido por uno de plástico resistente biodegradable y reciclable.
Bien, pues esta propuesta fue seleccionada entre otras veintiuna que fueron finalistas del concurso. Eso me entusiasmó, me llenó de alegría. Pensé que esta preocupación no solo estaba en mí. Y llegó el 11 del 11 del 2019 y está idea, mi idea, ocupó un lugar entre otras tres finalistas. Entonces ya no fue sólo alegría, sino también orgullo. Íbamos a aportar a la sociedad un buen cambio y a nuestro medio ambiente un beneficio.
Este tipo de concursos es magnífico porque hay mucho potencial innovador ahí fuera, porque hay soluciones que no imaginamos pero que surgen en algún momento con un poco de voluntad y otro poco de impulso.
Manuel Salado, ONCE Fuengirola