Todo empezó en una cita al oftalmólogo... retinosis pigmentaria... y yo no sabía nada del mundo de las personas ciegas. Cuando fui capaz de entender el problema e investigar un poco, lo primero en lo que pensé y creí que me podía ayudar fue en la ONCE, porque seguro que allí conocería a personas que, como yo, estarían pasando por lo mismo… En ese momento, me sentía desorientada y allí me ayudaron y me hicieron ver que, aún con esta realidad, podría seguir haciendo mi vida diaria.
La verdad es que me trataron muy bien y, tras explicarme en qué consistía pertenecer a la Organización, no tarde en afiliarme; aunque ya puesta en materia, mi situación personal no era muy boyante: mujer, 52 años, con una discapacidad que acaba de llegar a mi vida, tres hijos en edades de seguir estudiando, y sin trabajo. Pero allí apareció de nuevo la ONCE dispuesta a darme la oportunidad de poder trabajar como vendedora de cupón, por aquel entonces.
Hice un curso para conocer cómo se trabajaba y fue una experiencia muy positiva: durante una semana, un grupo, digamos variopinto, nos estuvimos formando e hicimos grandes amistades, ya que la mayoría nos encontrábamos en situaciones parecidas... el examen teórico bien, el Terminal Punto de Venta TPV ... bueno, digamos que era un extraterrestre, aunque he de decir que un tiempo después ya nos llevamos mejor.
Y, como el que no quiere la cosa, aquí estoy en Albacete, en un puesto de vendedora. Me gusta escuchar y tengo la suerte de que la gente me cuenta sus cosas, sus problemas, sus ilusiones, cosas cotidianas y bromas, donde poco a poco se establece confianza y, con ella, la amistad.
Siempre se ha creído que el trabajo de “cuponero” como se dice... es más de hombres pero, con mi experiencia, yo creo que es tanto para hombres como para mujeres, porque lo que no aportan ellos, lo aportamos nosotras y viceversa. La clientela es de todo y, a la hora de vender, todos tenemos las mismas posibilidades y ganas.
Cuando me preguntan que si hay igualdad, puedo decir que... ¡por supuesto! Creo que nunca me he encontrado con nadie en mi casa que me diga, “pues... yo cobro más que tú porque soy hombre”. Si cobra más es porque vende más que yo, y ya está. Porque esté trabajo no se limita a la venta, es mucho más. Y lo bueno siempre hay que ponerlo en valor y qué mejor que todos y todas los que nos dedicamos a repartir ilusión, no solo con nuestros productos, si no también con nuestras palabras y acciones.
En mi caso, no me ha hecho falta la conciliación familiar, pero tengo compañeras que si la tienen. Si que es cierto, que la ONCE a mí me ha ayudado desde que entré y, muchas veces, mis hijos han ido a la agencia para recoger algunas cosas y allí siempre les han recibido con los brazos abiertos. Y también es cierto que yo he entrado en una época en la que la incorporación de hombres y mujeres es igual y, además, la ONCE lo potencia. Antes puede que hubiera más hombres pero ahora no, todo lo contrario.
A lo largo de estos años como vendedora me han pasado muchas cosas graciosas: un mujer mayor que me dice siempre “si me toca el Cuponazo, te invito a una cena y después lo que surja…”; un señor que siempre me pide lo mismo: “dame un cupón, pero que NO este premiado”, y yo siempre le respondo, “va a ser difícil”, a lo que me contesta con una sonrisa de oreja a oreja, “correré el riesgo”.
Mi consejo... cuando entré, no tenía ni idea de dónde me estaba metiendo, pero, poco a poco, fuí conociendo y entendiendo lo que es este mundo: integrarse en un grupo que te acoge y te cuida. Así que solo digo... ¡que se animen todas las mujeres y qué pierdan los prejuicios, que aquí en la ONCE se está muy bien!
Mª Pilar González Fernández
Vendedora de la ONCE en Albacete