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Llevamos ya algo más de una semana de la vuelta al cole y ya teníamos ganas, Sara, sobre todo, porque ya quería ver a sus amigos y, además, tenía una nueva profesora, por lo que estaba muy emocionada. Para Laura fue un poquito más difícil, pero no mucho, porque decía que no tenía ganas de hacer deberes, pero al final, esta semana la ha disfrutado muchísimo.

 

Para nosotros, la vuelta al cole es como para otra familia cualquiera, libros, materiales, mochilas... La verdad, es que ya echamos de menos la rutina. Para nosotros, lo único diferente es que, por las tardes, como cualquier actividad extraescolar, Laura y Sara tienen sus actividades en el Centro de Recursos Educativos de la ONCE, pero ellas van a un colegio ordinario, en el que, además, estamos muy contentos por todos los apoyos que estamos teniendo. 

 

Desde ONCE siempre han estado ayudándonos, primero con la atención temprana, que, además de las clases que ellas tenían, nos daban recursos para trabajar y aprender en casa. Cuando crecieron, fuimos a una escuela infantil que tenía un montón de programas de apoyo y donde también nos siguió apoyando la ONCE. Cuando cumplieron 6 años ya pasaron al cole que están ahora, que, además, es un colegio pequeño y muy familiar, y a nosotros nos gusta, hay poquitos alumnos en cada aula y ellas puedes seguir las clases con total normalidad, en educación inclusiva. Si hago memoria, ellas empezaron las clases como otro niño cualquiera, solo que, en vez de leyendo, ellas aprendieron braille con dos o tres años, y así, pudieron estar en el aula, con todos sus compañeros desde el principio. La implicación de los profesores y de los tutores ha sido siempre una maravilla, por ejemplo, la tutora de Sara en estos últimos dos cursos ha hecho muchísimos cursos de la ONCE y ha aprendido un montón de braille, y eso es un gustazo y a ti te da muchísima tranquilidad.

 

Ahora mismo, Laura y Sara tienen, además de sus profesores en el cole, su profesora de la ONCE, Marga, quien nos ha ayudado en toda su etapa educativa. Les ha enseñado braille, les acompaña en las clases... es su profe de apoyo. También tienen su técnico de rehabilitación, su “profe TR” como nos gusta decirlo, que es quien les enseña a usar el bastón blanco, sobre todo, y a hacer ciertas cosas en casa, como, por ejemplo, doblar ropa, cortar la comida con el cuchillo... más allá de eso, para nosotros es como otra familiar cualquiera. Si que es cierto que nos gusta mucho apuntarnos a todo lo que organiza la ONCE: las jornadas de familias, talleres... ellas disfrutan y nosotros estamos muy contentos por la atención que reciben. 

 

Los primeros días fueron una locura, pero ya ha pasado una semana y hemos retomado la rutina que tanto echábamos de menos y Sara y Laura están muy contentas, que eso es lo importante, así que, a ver qué tal el curso, pero seguro, que genial. 

 

 

Inmaculada
Madre de Laura y Sara
Alumnas en educación inclusiva

 

 

“Estas líneas quieren poner de relieve lo que somos en el Grupo Social ONCE. Para mostrar, en definitiva, qué es y cómo actúa este modelo social y económico único en el mundo, con el que tratamos de incorporar a la realidad social a muchas personas con discapacidad (y muchas sin discapacidad), que lo tienen más difícil. De la vulnerabilidad a la oportunidad, una extraordinaria palabra de once letras. Del miedo a la certidumbre, de nuevo once letras. Tratando de transformar vidas para mejor, como hemos hecho ya durante casi 85 años y, todo, realizado desde la fiabilidad, la solvencia y la determinación de cuantos componemos esta gran familia de so-li-da-ri-dad (sí, también once letras).

 

Dos trabajadores de Ilunion, uno de ellos con un implante coclear, charlando junto a una máquina expendedoraEl Grupo Social ONCE es más que la suma de ONCE, Fundación ONCE e Ilunion: somos personas que trabajan en equipo con un compromiso continuo con la sociedad, con todos y cada uno de los ciudadanos para, desde la humildad y la realidad que nos toca vivir, tratar de impulsar sociedades más justas e inclusivas. Y todo se lo debemos a esos ciudadanos que se fían de nosotros, y con los que tenemos un pacto, un acuerdo de cooperación (once letras) no firmado en ningún documento, pero sí apoyado en un apretón de manos, en un “muchas gracias y mucha suerte”, en una confianza generada cada día en todos nuestros ámbitos de acción.

 

Las personas son nuestra inspiración (once letras) y miramos con perspectiva al futuro que queremos ganarnos cada día. Los datos de este Informe de Valor Compartido Grupo Social ONCE 2022 no dejan lugar a la duda y son la demostración de que es posible combinar el compromiso adquirido con la sociedad y con todas las personas, con un modelo de rentabilidad económica, rentabilidad social y estabilidad institucional de presente y futuro; que es posible un modelo que se basa, esencialmente, en el retorno social, en devolver a la ciudadanía hasta el último euro de lo que recibimos de ella, multiplicado por empleo, formación, educación, accesibilidad, tecnología, innovación, autonomía, inclusión…oportunidades de vida. 

 

Dos jugadores de tenis en silla de ruedasEste informe muestra el compromiso de retorno social absoluto de toda nuestra actividad. Muestra lo que somos y lo que queremos ser; la forma en que salimos cada día a pie de calle a ganarnos nuestro futuro y a compartirlo con todos y todas. En la seguridad de que la única forma de seguir haciéndolo es garantizar la sostenibilidad económica de nuestro modelo social.”

Categorias: Discapacidad Educación y empleo Institucional

Por fin, tras muchos años deseando asistir, llegó el momento. Nos sentimos como unos niños pequeños cuando se les permite sentarse en “la mesa de los mayores”. No fue hasta llegar al cuarto año de carrera de fisioterapia, en la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la ONCE (EUF ONCE), cuando nos permitieron acudir a nuestras primeras jornadas de fisioterapia y, desde entonces, no hemos dejado de asistir.

Este año las jornadas trataron sobre la Fisioterapia en el Dolor Craneofacial, donde se abordaron temas como su valoración y diagnóstico, sus posibles orígenes y el manejo del dolor craneofacial. Además, tuvimos la oportunidad de participar en diferentes talleres sobre el tema. Fue una experiencia muy enriquecedora, pues tuvimos la oportunidad de escuchar y presenciar distintas ponencias de autores e investigadores de renombre en el campo de la ciencia y la fisioterapia, como Mariano Rocabado, Harry Von Piekartz, Juan Mesa, César Fernández de las Peñas, Roy La Touche, Eduardo Zamorano, Jan Dommerholt e Iñaki Pastor entre otros. Muchos de ellos eran ya conocidos para nosotros ya que nuestros profesores los mencionaban a la hora de enseñarnos lo más actual en el entorno de la evidencia científica.

Tanto mi compañero, José María, como yo, comenzamos juntos la carrera de fisioterapia en la EUF de la ONCE. Recordamos, con mucha nostalgia y cariño, los años transcurridos durante la formación. En mi caso, recuerdo sentirme muy perdida, incluso asustada. Me habían diagnosticado hace poquito un trastorno degenerativo de mácula (Enfermedad de Stargardt) a los 26 años. Estaba recién afiliada a la ONCE y desconocía por completo su organización más allá de la venta de cupones y algunas obras solidarias. Me costó horrores (a día de hoy, todavía tengo mis momentos) ir adaptándome poco a poco a mi nueva situación. Me encantaba escribir, dibujar, pintar… pero cada vez, estas actividades se me iban complicando. Tuve que dejar de conducir, dejar mi antiguo empleo como técnico de laboratorio biomédico, dejar ciertos hobbies que precisaban visión fina, dejé de salir tan a menudo porque me daba miedo y vergüenza no reconocer a gente conocida y, por supuesto, dejar mi idea de estudiar biología. Fue entonces cuando la ONCE me aconsejó estudiar fisioterapia. “¿Fisioterapia?” pensé, “bueno, tiene algo de biología, vamos a probar, qué otra cosa puedo hacer”. 

Clase de la Escuela Universitaria de Fisioterpia de la ONCE Reconozco que, al principio, estaba deseando que me dijeran que había sido un error, que el diagnóstico estaba mal y recuperaría mi vista, volvería a conducir, a pintar, al laboratorio…Pero mientras iba profundizando en la ONCE y, concretamente, en la Escuela de Fisioterapia, me iba cautivando. Realmente me sentí como en “otro mundo”, un mundo donde no estaba tan expuesta a juicios por un físico o apariencia, donde sentía que se valoraban otros aspectos de la vida. Estaba descubriendo la otra cara de un mundo superficial. La fisioterapia no era la profesión que había pensado para mí, pero me empezó a gustar más de lo que me esperaba. Efectivamente tiene mucha biología, fisiología y, el saber que podría ayudar a otras personas fue una enorme motivación para dedicarme a ello. Además, en la escuela tuve una muy buena acogida. Al ser una universidad pequeña, el trato con compañeros y profesores suele ser más personal. Las clases, habitualmente, son de 15 personas, en comparación con las clases de más de 100 personas en otras universidades, por lo que se vuelven más “individualizadas”, como clases particulares. 

Es realmente un privilegio, un lujo, el poder ser parte de esta escuela. Tanto los profesores como el resto del equipo que la forman son unos profesionales excepcionales, además de unas grandes personas. Siempre están con una sonrisa y dispuestos a ayudar en lo que haga falta. Recuerdo que mi curso fue especialmente “agotador” para los profesores ya que hasta que algo no nos quedase completamente claro, abordábamos al profesor con multitud de preguntas y, aun así, siempre nos respondían con gran amabilidad y nos dedicaban el tiempo que hiciera falta.  

Una de las charlas de la Jornadas de Dolor Cranoencefal de la EUFYa en la recta final, pudimos experimentar la posibilidad de responsabilizarnos del trato a pacientes, así como de perfilar y mejorar nuestras dotes como futuros fisioterapeutas. En cuanto finalizamos la carrera, nos fue realmente fácil encontrar un trabajo. Nos sorprendió, sobre todo, lo sencillo que resultaba adaptarse en otros entornos, tanto fuera como dentro de ONCE, y la seguridad con la que trabajábamos. Fue, en estos momentos, cuando te das cuenta de la enorme suerte de haber estudiado en esta escuela. Estamos muy agradecidos con la EUF de la ONCE porque no solo te enseñan una profesión maravillosa, sino que te enseña a crecer como persona.

Gracias a las jornadas que organiza la ONCE, nos vamos actualizando año tras año, pues la fisioterapia es un campo en constante crecimiento. Surgen nuevas técnicas de valoración y tratamiento, nuevos diagnósticos y estamos aprendiendo a  abordar la fisioterapia desde un trabajo multidisciplinar.

Sandra González Escribano
Estudiante y becaria de investigación 
de la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la ONCE

Categorias: Discapacidad Educación y empleo Educación

La riqueza de Potosí -ciudad del suroeste de Bolivia- es tan legendaria que, a la palabra que la designa, le ha valido para trascender de mero topónimo hasta aparecer en el Diccionario de la Lengua Española con voz propia, equivalente a “riqueza extraordinaria”. De ahí la expresión “valer un potosí”, que quizá usted le haya dedicado a alguien o haya escuchado en alguna ocasión.  La causa de esta opulencia se erige, robusta y evidente, en el horizonte de Potosí: la montaña perteneciente a la Cordillera de los Andes y que se eleva 4.800 metros sobre el nivel del mar llamada Cerro Rico (nótese que no se abandona el campo semántico de la abundancia). Su color rojizo revela la gran variedad de metales preciosos que se han arrancado de sus entrañas desde hace siglos. De hecho, se calcula que el 80% de la plata mundial ha salido de Potosí. Y sigue saliendo. 

 

Manualidad PotosíPese a que ya han transcurrido 500 años desde que en el siglo XVI los españoles descubrieron que aquella montaña era, literalmente, una mina, hoy en día se continúan descubriendo nuevas vetas. Camiones rebosantes de plata, estaño y zinc salen diariamente de las faldas de la montaña.  Su destino resulta, en términos metafóricos, incierto, pues esa fertilidad de la piedra no se traduce en una rica Potosí, ni siquiera en una rica Bolivia. De hecho, el departamento (división administrativa del país) de Potosí es el más pobre del país, mientras que el Estado Plurinacional es el territorio con el Índice de Desarrollo Humano más bajo del Cono Sur de América. 

 

La causa de este tremendo contraste parece radicar en el bajo porcentaje de regalías (ingresos que se queda el Estado a cambio de la explotación minera) que establece la ley minera: sólo un 3%. El resto de los beneficios van a las cooperativas de mineros, para quienes la seguridad de sus trabajadores y la explotación sostenible de los recursos quedan eclipsados por el brillo de la plata que día a día recogen. Así, los estudios geológicos brillan por su ausencia y las detonaciones casi sin control en busca de la próxima veta son práctica habitual. Esto está cambiando incluso la fisionomía de la propia montaña, que ha sufrido ya varios derrumbes y se está hundiendo a razón de 0,3 milímetros por segundo, según un estudio del Instituto Geográfico Militar.

 

No solo Cerro Rico se muere; con él, decenas y decenas de mineros (al menos 60 personas en 2022, según fuentes oficiosas) pierden la vida en sus ahuecadas paredes. Derrumbes, caídas, accidentes con la dinamita e intoxicaciones por el monóxido de carbono producido por las explosiones son las causas principales de estos percances.   Con tan duras condiciones laborales y ante semejante riesgo, toda ayuda es poca. Por eso, todos los mineros sin excepción mascan hojas de coca -o pijchar, como se dice localmente-. El jugo que extraen de la planta les permite estar alerta, ignorar los rigores del sueño o el hambre y enfrentarse a maratonianas jornadas laborales. Para esto último tienen otro verbo que no hace falta explicar: venticuatrear.

 

Se calcula que unos 20.000 trabajadores suben a Cerro Rico para adentrarse en la mina. Si se consideran a las familias que dependen de ellos y a toda la actividad económica que gira en torno a la mina (de hecho, hay un mercado minero en el que los operarios pueden adquirir todo tipo de herramientas), no es descabellado afirmar que la mitad de los 250.000 habitantes de la ciudad de Potosí dependen, directa o indirectamente, de la montaña. 

 

Alberto, beneficiario del programa ÁgoraLa mina es tan omnipresente en Potosí que también es una causa de discapacidad visual. Las ya mencionadas precarias condiciones de seguridad sin duda conducen a ello. Durante la última visita a Potosí de la Fundación ONCE América Latina (FOAL) en su trabajo de cooperación con las personas ciegas de América Latina, conocemos a Alberto, que perdió la vista en la mina. “Estaba con el taladro y, sin darme cuenta, perforé un cartucho de dinamita que alguien del turno anterior se había dejado olvidado. El cartucho me explotó en la cara y salí despedido hacia arriba”, relata. 

 

Siete años después, Alberto ha cambiado el polvo de la montaña por la harina, y el aire irrespirable de la montaña por el olor a pan recién hecho. Después de su paso formativo por el Programa ÁGORA de inclusión laboral de FOAL, ejecutado en Potosí por la Pastoral Social Cáritas Potosí y cofinanciado por Cáritas Española, Alberto se formó en panadería y pastelería. Ahora está en proceso de abrir su propia panadería.

 

Al llegar a la ciudad, Alberto nos cuenta con emoción este nuevo proyecto vital mientras nos enseña el horno y la amasadora con los que, en el garaje de su casa, da forma a su futuro y al de su familia. Por suerte, llegamos en buen momento para probar su pan recién salido del horno. Estas vetas de harina y levadura no son plata, pero también valen un potosí y garantizan el futuro a otra persona con discapacidad visual. Es sólo uno de los múltiples ejemplos recientes de la labor de FOAL estos últimos 25 años en América Latina. 

 

Carlos Quirós
Técnico de proyectos de cooperación 
en la Fundación ONCE América Latina (FOAL)

Categorias: Internacional Discapacidad Accesibilidad Servicios sociales Educación y empleo

El 27 de junio de 2013, en la ciudad de Marrakech (Marruecos), la Conferencia Diplomática convocada al efecto por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) aprobó el texto definitivo del Tratado de Marrakech para facilitar el acceso a las obras publicadas a las personas ciegas, con discapacidad visual o con otras dificultades para acceder al texto impreso.

Se convirtió así en el primer tratado internacional aprobado por la OMPI que, en lugar de limitarse a defender los derechos de propiedad intelectual de escritores, editores, ilustradores, etc., se comprometía a defender el derecho de las personas ciegas y del resto de posibles beneficiarios a acceder a su lectura en aquel formato que mejor se adecúe a sus necesidades.

Parafraseando al que era el propio director general de la OMPI cuando se aprobó el texto, este es “el primer tratado en defensa de los derechos de los usuarios” (Francis Gurry).

Para su entrada en vigor se exigió que 20 Partes Contratantes ratificaran o se adhirieran al tratado. A pesar de ser un número algo más alto del exigido a otros tratados de la OMPI, estas ratificaciones se consiguieron en el tiempo récord, según los baremos de la OMPI, de tres años y tres meses: el 30 de septiembre de 2016, tres meses después de que Canadá se convirtiera en el vigésimo país en adherirse a él. El primer país en ratificarlo fue la India en junio de 2014. En nuestro caso, España lo hizo el 1 de octubre de 2018 como miembro de la Unión Europea (UE). Sin embargo, en nuestro país no se pudo disfrutar de sus beneficios hasta el 1 de enero de 2019, fecha en la que entró en vigor en toda la UE.

Persona con discapacidad visual leyendo en braille junto a otra leyendo un libro de texto

Este tratado supone principalmente ayudar a minorar la “hambruna de libros” que padecen los aproximadamente 300 millones de personas ciegas o con discapacidad visual en el mundo a través de dos objetivos fundamentales:

- El permiso expreso para producir, en formatos accesibles, cualquier obra publicada sin necesidad del permiso expreso de los poseedores de sus derechos de propiedad intelectual, derecho con el que España ya contaba en su legislación.

- La posibilidad de poder intercambiar estos documentos adaptados entre entidades y usuarios de todos los países que ratifiquen el tratado y lo implementen en sus normas nacionales sobre propiedad intelectual.

Persona escuchando audiolibro y utilizando una línea brailleEl 8 de octubre de ese mismo 2019, la ONCE puso en marcha su servicio de intercambio de obras adaptadas con aquellas entidades que cumplieran los requisitos solicitados, de modo que pudieran incorporarlas a su biblioteca y ofrecérselas a sus usuarios. El servicio que creó la ONCE al efecto permite a entidades debidamente autorizadas a acceder a nuestros fondos de manera telemática y descargarse directamente de nuestra Biblioteca Digital de la ONCE (BDO) aquellos títulos que son de su interés. A punto de llegar a la descarga número 3.000, actualmente servimos directamente a 26 entidades de 17 países.

Siendo la biblioteca accesible en español más extensa y con mayor calidad del mundo, era lógico que empezáramos cuanto antes a ofrecer nuestros fondos a los millones de beneficiarios potenciales interesados en libros en audio o en braille en nuestro idioma. Sin embargo, la ONCE no pretendía convertirse únicamente en el mayor donante de obras de este tipo en español, sino que desde el inicio se sabía del interés de nuestros usuarios por acceder a obras en otros idiomas.

Para facilitar esa labor de intercambio en dos direcciones, la OMPI creó el ABC (Accessible Books Consortium), de donde surgió una plataforma informática que nos ha permitido, a fecha de hoy, incorporar a nuestros fondos 415 obras de 17 países. Si bien la gran mayoría está en inglés o francés, tenemos ahora también títulos en alemán, italiano y portugués.

El ahorro en tiempos y costes que a la ONCE le ha supuesto no tener que producir estos libros en otros idiomas en sus centros de producción, o el que le ha supuesto a la casi treintena de entidades con acceso a nuestra colección, no es comparable al hecho de que, antes de la llegada del Tratado de Marrakech, ni unos ni otros podíamos pensar en la posibilidad de acceder a alguno de esos libros, y menos aún poner bibliotecas enteras, en el nuestro o en otro idioma, a la disposición de los usuarios casi de un día para otro. Las nuevas e ingentes posibilidades que abre este «tratado de derechos humanos», como ha sido calificado en numerosas ocasiones, eran, hasta hace diez años, casi nada, difícilmente imaginables.

Francisco Martínez Calvo
Técnico Superior del Servicio Bibliográfico de la ONCE

Categorias: Accesibilidad Cultura Ocio y cultura

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Acerca de la ONCE

El compromiso de la ONCE es hacer realidad las ilusiones de miles de personas con discapacidad y de sus familias. Y todo ello (educación, empleo, accesibilidad, nuevas tecnologías, ocio, deporte...) lo logramos gracias a la solidaridad de la sociedad española que, día a día, año tras año, confía en nosotros, acercándose a los vendedores de la Organización y al resto de establecimientos autorizados para la venta de nuestros productos, conocedores de nuestra labor, sabiendo que, si nos necesita, en la ONCE y su Fundación, estaremos a su lado.

Y todo ello lo hacemos con la garantía de ser la única marca en España con el sello de Juego Responsable, con las certificaciones nacionales e internacionales más severas, y que sólo la ONCE ha alcanzado en el ámbito del juego, un aval más de la integridad de nuestra gestión.

Para más información: www.once.es