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¿Sabes cómo se convierte una partitura en Braille?

En Occidente, la música se transmitió por tradición oral hasta la Edad Media, durante la que se desarrolló un sistema de escritura preciso y complejo para representar este arte. Se han conservado ejemplos de escritura en culturas antiguas, pero los antecedentes del pentagrama -en el que se escriben las partituras- no tienen mucho más de mil años. Sin embargo, las personas ciegas escaparon de la tradición oral más tarde, a mediados del siglo XIX, gracias, en primer lugar, al talento de Luis Braille, que era músico, además de un señor muy listo, como bien sabemos.

La principal diferencia entre el código estándar de lectura de música -en pentagramas- y el sistema Braille es que el primero es un gráfico bidimensional, una especie de dibujo, donde la altura de los signos transmite información muy relevante, mientras que el braille es un código lineal horizontal, un renglón, un sistema de lectoescritura más parecido a un lenguaje de programación que a un dibujo, lo que hace más compleja la traslación.  Además, la celdilla de braille -con sus seis puntos en relieve- permite 63 signos diferentes, más el espacio en blanco, que son muchos menos que los utilizados en la escritura musical estándar, que podrían multiplicarse hasta representar más de 300 realidades, en función de muchas variables.

Transcripción en braillle de una partituraPor eso, antes de llegar a la nota en cuestión, en braille puede ser necesario anteponer varios signos previos para que se conozca su significado. Por ejemplo, en un piano hay ocho notas “DO” diferentes y, al trasladarlo al braille hay que escribir un prefijo para indicar la altura. Se podrían sumar aún más variables, porque algunos signos pueden tener diferentes significados por tipo de instrumento, y representar acciones tan dispares como tirar del arco en un violín o cerrar el fuelle en un acordeón. Esto obliga a combinar normalmente varias celdillas, y, por tanto, el código tiene una sintaxis compleja, muy diferente de su correspondencia en pentagramas.  Pero se puede aprender, claro.

Eso sí, la escritura musical braille es universal, igual que la escritura en pentagramas, y podemos leer y estudiar partituras hechas en cualquier parte del mundo, así como mandarles las nuestras a músicos e intérpretes ciegos de todos los rincones del planeta. En la biblioteca musical de la ONCE se conservan partituras impresas en distintos países con máquinas rudimentarias y clichés de hace cien años junto a otras manuscritas aquí a pauta y punzón, punto por punto, entre ellas, alguna sinfonía completa de Beethoven, y sobre todo, varios miles transcritas por ordenador en los últimos treinta y cinco años, hasta sumar más de 3.500, con una aportación de unas 200 nuevas cada año.

En estos tiempos de globalización, estamos tratando de agilizar los intercambios internacionales, y si lo conseguimos, apoyados en el Tratado de Marrakech, será un salto de calidad muy importante en el acceso a la cultura de las personas ciegas. No hay ningún obstáculo legal ni técnico para que un músico ciego en otra ciudad o en otro país pueda tener en sus manos algo que ha salido de las nuestras el día anterior. Ese es nuestro trabajo y el reto de presente y de futuro al que nos enfrentamos.

Formo parte de un pequeño equipo de personas que transcribimos a braille y corregimos partituras y libros de música con ordenadores desde el Servicio Bibliográfico de la ONCE, aunque de manera bastante artesanal, ya que el limitado número de usuarios potenciales no permite que sea rentable el desarrollo de programas informáticos específicos y bastante complejos. Por eso, nuestro trabajo es meticuloso y paciente, como el de los copistas antiguos, y tenemos la ilusión de que gracias a él, alguna persona ciega, quizá la semana que viene, o quizá dentro de muchos años, lo haga sonar en un instrumento con sus manos, en su casa o tal vez en una sala de conciertos.

Manuel Cepero
Músico, experto en braille y profesor de conservatorio

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Y todo ello lo hacemos con la garantía de ser la única marca en España con el sello de Juego Responsable, con las certificaciones nacionales e internacionales más severas, y que sólo la ONCE ha alcanzado en el ámbito del juego, un aval más de la integridad de nuestra gestión.

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