Los días 3 y 4 de enero pasados ha tenido lugar un evento de gran relevancia para los que amamos y trabajamos el sistema braille. Aprovechando que en 2025 se celebran los 200 años de la creación del braille, el Consejo Iberoamericano del Braille (CIB), organizó en la ciudad de Oporto (Portugal), un congreso muy especial. El acto comenzó el día 3 con una fantástica apertura a cargo de la presidenta del Consejo Mundial del Braille (CMB), Kim Charleson, quien nos expuso la situación de nuestro sistema de lectoescritura a nivel mundial, y dio varias pinceladas de cómo y en qué línea se está avanzando para que el braille esté más presente.

El Congreso tuvo lugar en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Oporto, donde nos encontrábamos presentes representantes de dos de las tres entidades miembro del Consejo , en concreto ONCE, por España, y Acapo, la Asociación de Ciegos y amblíopes de Portugal, mientras que los compañeros y compañeras de Latinoamérica optaron por la opción online, facilitada por la Unión Latinoamericana de Ciegos (ULAC).

Cuatro ponencias destacadas constituyeron el eje fundamental del Congreso: la primera versó sobre la didáctica braille y, en concreto, cómo enseñar el braille a niños y personas adultas. Aquí, disfrutamos de la presencia de varios especialistas que trabajan en las diferentes comisiones de trabajo del CIB, como musicografía o ciencias, ya que estas signografías específicas son vitales para que las personas con discapacidad visual puedan aprenderlas e incorporarlas a su vida, trabajo  o estudios, y no quedarse fuera de estas materias.

La segunda ponencia fue liderada por la ONCE y consistió en una charla y demostración sobre el braille y las nuevas tecnologías, que provocó gran interés en directo y en los chats de quienes seguían el Congreso. El español Javier Goñi, técnico del Servicio Bibliográfico, expuso cuál ha sido el avance del braille gracias a las herramientas tecnológicas que han venido surgiendo en las últimas décadas. Y puso de manifiesto que el braille no es algo obsoleto y que mucho menos va a desaparecer, ya que este sistema se nutre de las nuevas tecnologías y estas, a su vez, se alimentan del braille. Fue una afirmación rotunda de Goñi, una persona ciega que demostró además como braille y tecnologías son grandes aliados para favorecer el acceso a la información y a la comunicación de las personas con discapacidad visual, con ejemplos como anotadores, líneas braille o lectores de pantalla.

El día 4 de enero arrancó con un viaje por la realidad de la vida diaria de las personas con deficiencia visual grave o con ceguera total, y cómo el código braille favorece su autonomía. En este sentido, resulta evidente la multiplicidad de usos que posee el braille, siendo imprescindible para el acceso al ocio, la cultura o el arte, gracias a su presencia en cartelas o juegos de mesa. Además, cobró gran importancia la situación del etiquetado en braille, con la conclusión de que es tarea fundamental de las Administraciones Públicas aprobar y desarrollar acciones y leyes que protejan a los consumidores vulnerables, como el caso de nuestro país, cuya ley 4/2022 fue ratificada y esperamos que se ponga en marcha pronto.

La cuarta y última ponencia hizo un recorrido por las políticas públicas y sobre lo que se está trabajando en la región de Iberoamérica en materia y avances sobre la inclusión del braille en la sociedad. Queda aún mucho camino por recorrer ya que, sobre todo en algunos países de América Latina, la realidad es que existen muchas personas ciegas fuera del contacto con el braille, y por tanto, fuera de la capacidad de participación e igualdad de oportunidades.

En un emotivo final, donde tuve la gran suerte y el privilegio de intervenir en representación de España y de la ONCE, junto a la vicepresidenta de Acapo, Marta Piñeiro, y la presidenta de Ulac, Gladis Díaz, se produjo el relevo de cargos para abordar otros dos años emocionantes para el comité Ejecutivo del Consejo Internacional Braille, que liderará el portugués Joao Fernandes.

En definitiva, un encuentro cargado de emociones, donde demostramos una vez más que juntos llegamos lejos y que, por mucho que nos separe un océano o las realidades tan difíciles que tienen que vivir muchas personas en otros países del mundo, seguimos impulsando el braille como palanca de inclusión. Y, de nuevo, constatamos que somos afortunados los ciegos españoles que contamos con una Organización capaz de dar empleo y oportunidades y adaptaciones a millones de personas, no solo en nuestro país, sino también fuera de él, gracias a los acuerdos y colaboraciones internacionales.